La periostitis tibial es la inflamación del periostio, aguda o crónica, manifestada principalmente por un dolor espontáneo o quemazón en la cara antero-interna de la pierna, es decir en la espinilla. Aunque hay periostitis tibial anterior y posterior, la anterior es más común y se caracteriza por un dolor agudo en el tercio inferior, el cual en algunas ocasiones se puede sentir hasta la rodilla.
Denominada "shin splints", tibia dolorosa, tibia rugosa, síndrome de estrés medial de tibia (MTS) y periostosis tibial entre otras, suele ser un síndrome común en algunos deportistas, el cual se manifiesta en ciertas prácticas deportivas como la caminata, atletismo, carrera de fondo, medio fondo y en los saltos.
El periostio es la membrana externa que recubre los huesos, la cual funciona como sostén de los vasos sanguíneos y las terminaciones nerviosas. También sirve para la fijación al hueso de tendones y ligamentos. Por lo tanto, el resultado de una fuerte tracción ejercida por los músculos, más el golpeteo de los pies contra el suelo, se traducirá en dolor.
El diagnóstico lo deberá realizar el médico tras la exploración palpando la zona, que se manifiesta como dolor vivo a la palpación, acompañado de calor local y tumefacción. Se pueden palpar unas bolitas inflamatorias a lo largo de la tibia, como de rosario (Rosario Perióstico), que denotan la inflamación de la misma. El doctor podrá solicitar varios estudios para descartar una posible fractura por fatiga tibial, aunque esta provoca un dolor más localizado y en una sola pierna (unilateral).
El tratamiento de la periostitis debe ser ante todo preventivo. Los especialistas recomiendan que una vez diagnosticada, se trate a fondo para evitar recaer. Muchas veces sólo es necesario cambiar el deporte y variar el ritmo e intensidad para "curar" la lesión. También recomiendan corregir los factores que la han favorecido, además de seguir al pie de la letra las indicaciones médicas: tomar los medicamentos, crioterapia, electroterapia, vendajes, estiramientos, ondas de choque u otro tipo de fisioterapias, para acelerar el proceso de recuperación.
Si el dolor continúa, es necesario dejar de correr mientras obtengas la completa recuperación. Para ello, puedes hacer otro tipo de actividades que no provoquen impacto en las piernas, como ciclismo, natación, trotar en una alberca, levantar pesas, etc. Un corredor lesionado deberá hacer programas alternativos para mantener su buena forma física y mental durante el proceso de curación.
Por ultimo, los médicos especialistas recomiendan retomes tu entrenamiento cuando el dolor desaparezca por completo. Se aconseja utilizar cargas e intensidades ligeras, siempre de menos a más. Evita cambios de ritmo como el fartlek, los trabajos en subidas, terrenos duros, etc.
Fuente: José Manuel N.